Ayer día 20 de noviembre, se encontró al osezno huérfano Auberta muerto dentro del recinto donde ha sido criado por el Conselh Generau d’Aran desde que se extravió de su madre en abril de este año. El día 9 de noviembre se la capturó para prepararla para su liberación, colocándole marcas visuales auriculares, un emisor GPS enganchado en el pelo y un emisor VHF intraperitoneal, insertado en el abdomen, tal como se había consensuado de forma colegiada por el Grupo de trabajo del oso en los Pirineos, donde están representadas todas las administraciones competentes en la especie.

La conclusión de la necropsia, practicada en la Facultad de Veterinaria de la UAB, es que la muerte ha sido provocada por complicaciones accidentales derivadas de la operación de colocación del emisor intraperitoneal, agravadas o combinadas con el hábito de la osa de escalar los árboles, lugar donde se sentía especialmente segura, como corresponde a un oso juvenil. Estos hechos le han causado la apertura de la cicatriz provocándole daños irreparables que le han causado la muerte de forma aguda.

La osa estaba periódicamente controlada a través de una cámara web y se consideraba que la evolución que seguía desde la fecha de la operación era óptima, de tal manera que se preveía su regreso al medio natural de forma inminente.